
CURIOSIDADES SOBRE LAS FRUTAS DE TEMPORADA: LA GRANADA (II Parte)
Foto de Jonah McLachlan en Pexels
Seguimos con las anécdotas sobre las frutas de temporada. En este artículo, continuamos hablando de la granada y de su presencia en algunos mitos clásicos. En la antigua Grecia, existían varios leyendas donde la granada o su árbol estaban presentes. La historia más conocida es el mito del rapto de Perséfone por Hades (llamados Proserpina y Plutón por nuestros antepasados romanos).
Perséfone era una joven doncella, hija de Zeus y Deméter, la diosa de la fertilidad de la tierra. Un día que Perséfone estaba cogiendo flores con sus amigas las ninfas, Hades –el dios de los Infiernos- raptó a la joven y se la llevó a su reino de las sombras para convertirla en su esposa. Pasadas las horas, Deméter echó en falta a Perséfone. Entonces, Deméter recorrió toda la superficie del mundo con la intención de hallar a su hija. Pero todo fue inútil. En una de sus búsquedas, la diosa tuvo gran sed y pidió a una mujer llamada Misme un poco de agua. Mientras bebía, Ascálabo, hijo de Misme, comenzó a reírse de Deméter al ver su forma de beber. La diosa se enfadó y lanzó el agua que quedaba en el vaso al joven, que quedó transformado en lagarto.
Ascálabo convertido en lagarto.
Imagen de Johann Ulrich Kraus – http://www.latein-pagina.de/ovid/ovid_m5.htm, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=11044541
Ante el sufrimiento de Deméter, la diosa Hécate le contó que ella había oídos los gritos de Perséfone; pero que no había logrado ver el rostro del raptor. Por eso, le aconsejó que acudiera a Helios, el dios del Sol, que lo ve todo con su luz. Deméter así lo hizo.
Helios le dijo que Perséfone había sido raptada por su tío Hades, rey de los muertos. Deméter -triste, decepcionada y enfadada por lo que había hecho su hermano-, decidió dejar de velar por el buen funcionamiento de la Naturaleza. Deméter se transformó en una mujer anciana y viajó por varios reinos sirviendo a varias personas importantes. Sin embargo, los seres humanos pronto empezaron a sufrir las consecuencias por aquella actitud de Deméter, ya que la tierra dejó de producir alimentos.
Entonces, Zeus habló con Hades para que dejara libre a Perséfone. Hades aceptó, pero con la condición de que Perséfone no debía comer ningún alimento del Inframundo.
Como Hades no estaba dispuesto a dejar marchar tan fácilmente a su esposa, logró engañarla para que comiera una granada. Perséfone comió cuatro granos, aunque algunos dicen que fueron seis. No lo sabemos porque no estuvimos allí. Quien sí estuvo fue Ascálafo, hijo de Éstige (ninfa de la laguna Estigia) y de Aqueronte (el río del Inframundo). Pues bien, Ascálafo dijo que él había sido testigo de cómo Perséfone había comido parte de una granada mientras aún estaba en los Infiernos. Esto alegró a Hades y enfadó a Deméter que, como castigo, convirtió a Ascálafo en un ave nocturna, la lechuza.
Ascálafo convertido en lechuza.
Imagen de Johann Ulrich Kraus – http://www.latein-pagina.de/ovid/ovid_m5.htm, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=11044527
Ante aquella situación, Zeus hizo que Hades y Deméter llegaran a un nuevo trato. Perséfone pasaría junto a su esposo Hades tantos meses como granos de la granada hubiera comido y el resto del año estaría junto a su madre. Por eso, cuando Perséfone está con su marido en el mundo de los muertos, Deméter se entristece y la Naturaleza entra en un estado de aletargamiento por el cual la tierra no produce nada (otoño e invierno). Sin embargo, cuando Perséfone regresa con su madre, Deméter se alegra tanto que la tierra se llena de frutos (primavera y verano).
Otro mito asegura que el granado surgió por una tragedia provocada por los celos. Adonis era un joven apuesto que había nacido del tronco del árbol de la mirra. Su extraño nacimiento se debió a que su madre había sido transformada en esa especie de árbol cuando estaba embarazada.
Recién nacido, Adonis fue acogido por Afrodita, diosa del Amor; aunque también fue cuidado por Perséfone, la diosa del Inframundo. Ambas diosas, prendadas de la belleza de Adonis, querían tenerlo siempre a su lado. Ante las disputa por la custodia del niño, Zeus determinó que Adonis pasara cuatro meses con Perséfone; otros cuatro con Afrodita y el resto del año con quien Adonis deseara. El resultado: Adonis optó por pasar su tiempo de libre disposición con la diosa del Amor.
Esto parece ser que no gustó a Ares, el dios de la Guerra, que era amante de Afrodita. Por eso, una versión dice que Ares envió un fiero jabalí contra Adonis, que fue víctima del animal. Otra leyenda dice que el jabalí fue enviado por la diosa de los bosques Ártemis para vengar la muerte de su fiel Hipólito, que había muerto arrollado por sus propios caballos debido a un castigo de Afrodita. De cualquier manera, Afrodita, al descubrir el cuerpo de Adonis, lo transformó en granado, el cual da frutos tan rojos como la sangre.
Otra historia cuenta que Side (cuyo nombre significa Granada en griego), era una joven que quedó huérfana de madre. Un día, su padre intentó cometer incesto con ella, pero para evitar aquel crimen, Side se suicidó sobre la tumba de su madre. Los dioses, conmovidos por aquel hecho desgraciado, hicieron brotar un granado de la sangre de la joven y al padre lo castigaron transformándole en un milano, el cual nunca se posa sobre este árbol.
Finalmente, durante el Barroco español, Antonio de Lorea publicó un libro titulado David pecador y David penitente. Primera y segunda parte. Empresas morales, político cristianas (Madrid, 1674). En él dice que la granada es símbolo de la protección que los reyes y otras autoridades deben prestar a la población subordinada. Lorea asegura que la corona de la granada, como la de los reyes y otras personas de alto rango, significa el poder; los granos representan a los individuos que forman una sociedad y las tastanas o membranas que dividen los granos en compartimentos señalan los diferentes grupos sociales. Concluye Lorea diciendo que los gobernantes no deben utilizar su autoridad de manera soberbia, sino para lograr el bien de las personas gobernadas.