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13 de diciembre: «Por santa Lucía, menguan las noches y medran los días.»

Santa Lucía, imagen obtenida en Wikipedia (Dominio Público)

Dice el refranero que: «Por santa Lucía, menguan las noches y medran los días».

La sabiduría popular tradicional -ajena a los conocimientos académicos y eruditos-, es fruto de la observación que, sobre la realidad inmediata y cotidiana, han realizado nuestros ancestros durante siglos. A diferencia de nosotros -que apenas nos detenemos siquiera a observar por qué punto nace el sol y por cuál fenece-, nuestros antepasados sí tenían consciencia de los aspectos más básicos y esenciales de los ciclos de la Naturaleza y de los astros y, en definitiva, de todos aquellos factores físicos que influían en la existencia humana.

Y este refrán es ejemplo de ese saber vulgar y añejo, en el mejor y más noble sentido de ambos epítetos. Qué mejor modo que asociar un hecho natural a un evento sagrado, en una sociedad rural e influida por la religión, para transmitir de generación en generación el conocimiento aprendido en la lucha diaria por la supervivencia.

 

El solsticio de invierno.

En el hemisferio Norte, la noche más larga se produce entre el 20 y el 23 de diciembre, en el momento del solsticio de invierno. En la época Antigua, el pueblo romano festejaba este acontecimiento con diversas celebraciones como las Brumalia, las Saturnalia y el nacimiento del Sol Invicto, que tenían como cénit el 25 de diciembre. Posteriormente, a mediados del siglo IV d.C., la Iglesia estableció la celebración de la Natividad de Cristo ese mismo día en un intento de desplazar el culto pagano al Sol por la nueva adoración a Jesús, de quien el evangelio de Lucas dice: “Nos visitará el Sol que nace de lo alto.” (Lc 1, 67-79).

A partir del solsticio invernal, los días ganan segundos, minutos y horas hasta alcanzar su mayor duración hacia el 21 de junio, fecha del solsticio de verano en nuestro hemisferio. También en la Antigüedad se celebraban fiestas en torno a este evento, especialmente el 24 de junio, y que la Iglesia cristianizó dedicándolo al nacimiento de san Juan Bautista.

 

¿Un refrán sin sentido?

Regresemos de nuevo al refranero. Si la efemérides de santa Lucía es el 13 de diciembre y el solsticio de invierno no se produce hasta el 21 de diciembre, ¿qué valor tiene el dicho popular?

Este refrán dejó de tener sentido en 1582. Aquel año, en el mes de octubre, el papa Gregorio XIII ordenó eliminar diez días del calendario. El objetivo fue corregir el desfase existente entre el calendario civil establecido en tiempos de Julio César y el año sideral. Así, en los países católicos, sus habitantes se acostaron el jueves día 4 y amanecieron el viernes día 15.

Y he aquí donde está la clave para comprender la sabiduría que se esconde en nuestro refrán. Antes de la reforma gregoriana, el 13 de diciembre –festividad de santa Lucía-, venía a coincidir con nuestro actual 23 de diciembre; por tanto, se celebraba en las fechas en las que tenía lugar el solsticio de invierno, tras el cual “menguan las noches y crecen los días.”

 

Y, ¿quién fue santa Lucía?

Lucía fue una mártir cristiana, nacida en Siracusa (Sicilia) en el año 283 d.C. y muerta el 13 de diciembre del 304, durante las persecuciones de Diocleciano.

La tradición piadosa afirma que Lucía había sido prometida en matrimonio con un joven pagano. Sin embargo, ella hizo voto de castidad si su madre enferma sanaba. Con la curación de la salud de su madre, Lucía cumplió su promesa y rechazó casarse. Fue entonces cuando su novio la acusó ante las autoridades imperiales, quienes la arrestaron y enjuiciaron. Ante su negativa a renunciar a sus creencias religiosas, fue ejecutada. Posteriomente, la Iglesia la canonizó y promovió su veneración entre los creyentes cristianos.

 

Curiosidades.

Podemos destacar que Lucía de Siracusa fue martirizada tres días después que Eulalia de Mérida, cuya memoria hemos recordado en otro artículo. Teniendo en cuenta el desfase entre los calendarios de Julio César y de Gregorio XIII, si el día 13 de diciembre juliano coincide con nuestro actual 23 de diciembre; el 10 de diciembre juliano, dedicado a santa Eulalia, se corresponde con el 20 de diciembre de nuestro calendario actual.

Asimismo, es llamativa la relación que existe entre el nombre Lucía, que significa “la que luce”, y el incremento de las horas de luz a partir del solsticio.

Desde finales de la Edad Media, Lucía de Siracusa es patrona de la vista. De nuevo, se establece una relación entre su nombre y la luz, esencial para la visión. Según la creencia piadosa, a Lucía le fueron extirpados los ojos durante el suplicio; aunque otra versión asegura que se los extrajo ella misma para enviárselos al que había sido su prometido. Realidad o fábula, en la Historia del Arte, Lucía de Siracusa o santa Lucía es representada como una joven que porta un plato que contiene dos ojos, además de otros atributos de la iconografía como la palma del martirio, la espada de su ejecución y una lámpara o cirio encendidos.

Sus restos mortales se veneran -por avatares de la Historia-, no en Siracusa; sino en la iglesia de San Geremía, en Venecia.

Cerca de Miajadas hay dos localidades donde se rinde homenaje a santa Lucía. En Alcuéscar existe una basílica de origen hispanovisigodo dedicada a la mártir siracusana, en el paraje de El Trampal; aunque con toda probabilidad la consagración bajo esta advocación fue establecida tras la Reconquista (siglo XIII). Por su parte, en Logrosán se celebra la fiesta de las Luminarias, en la que se encienden hogueras en diferentes calles de la población.